viernes, 17 de enero de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE... ESTELA

   Quizás la soledad que ofrece hoy el Jaque me hace ver mi lado frágil, cuando no hay a quien observar, espiar ni oír, me asalta el pánico, entonces echo mano al bolsillo y saco mis notas más antiguas y arrugadas, cualquier cosa menos pensar en mi y en mi vida.
   No me cuesta analizar a los demás pero hay veces, que ni el mismísimo Sigmund Freud sería capaz de analizarme a mi.
   A veces me siento mezquino, utilizo a mis personajes, tomo copas con ellos o hago el amor con ellas porque estoy plenamente convencido de que el escritor se debe dejar contaminar por sus personajes, y aunque soy consciente de que debo defenderlos y no ofenderlos, hay veces que no lo consigo, por ejemplo con Charlie...
   Entre Charlie su mujer y yo, hubo una relación tan intensa como perversa hace casi cinco años y aún colea, no puedo ser imparcial con él.
Back to black de Amy Winehouse y una visita inesperada me sacan del atolladero...
   Marga se sentó a mi lado sin decir nada, parecía que quería dar una tregua, Toni,el camarero, acudió presto a ponerle una copa, ella encendió un Piper mentolado.
-Pensé que no volverías, le dije,
-Que poco me conoces Solo...
-Te quiero mucho Marga,
-No es suficiente, la frase mágica para volver a llevarme a la cama es... te quiero en casa las 24h me respondió al oído, después me dio un beso que me levantó los pies del suelo, pagó su copa y se fue.
   Los problemas entre amantes no hay algoritmos que los solucione, solo funciona el cara a cara.
   Toni, el camarero que se las sabe todas... pinchó “No more lonely nights” de Paul McCartney y el Jaque recuperó el halo romántico.
   Aún estaba caliente el taburete de Marga cuando llegó Estela y preguntó si estaba ocupado, un leve gesto al levantar mi copa le invitó a sentarse.
   Estela rozaba unos espléndidos cuarenta años, más por arriba que por abajo, y solo le unía a su marido una hija, un montón de rayas, mil copas y que trabajaba para él en una empresa de carpintería metálica.
   Al tercer Johnnie Walker, me contó que su marido no quería saber nada de ella, que un día le dijo que se buscara la vida, y así lo hizo, a partir de entonces su vida era un amante policía que aparecía y desaparecía como el Guadiana y ella resignada, cuando llegaba sin dar explicaciones, se abría de piernas antes de volver a perderle.
   Estaba cansada de vivir y se refugiaba en el alcohol, tanto es así, que cuando le daban a probar un perfume en el Corte Inglés le daba un trago...
  Cuando la oí gritar al correrse aquella noche, comprendí la mitad de las razones de lo que le pasaba...






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