No
me cuesta analizar a los demás pero hay veces, que ni el mismísimo
Sigmund Freud sería capaz de analizarme a mi.
A
veces me siento mezquino, utilizo a mis personajes, tomo copas con
ellos o hago el amor con ellas porque estoy plenamente convencido de
que el escritor se debe dejar contaminar por sus personajes, y
aunque soy consciente de que debo defenderlos y no ofenderlos, hay
veces que no lo consigo, por ejemplo con Charlie...
Entre
Charlie su mujer y yo, hubo una relación tan intensa como perversa
hace casi cinco años y aún colea, no puedo ser imparcial con él.
Back
to black de Amy Winehouse y una visita inesperada me sacan del
atolladero...
Marga
se sentó a mi lado sin decir nada, parecía que quería dar una
tregua, Toni,el camarero, acudió presto a ponerle una copa, ella
encendió un Piper mentolado.
-Pensé
que no volverías, le dije,
-Que
poco me conoces Solo...
-Te
quiero mucho Marga,
-No
es suficiente, la frase mágica para volver a llevarme a la cama
es... te quiero en casa las 24h me respondió al oído, después me
dio un beso que me levantó los pies del suelo, pagó su copa y se
fue.
Los
problemas entre amantes no hay algoritmos que los solucione, solo
funciona el cara a cara.
Toni,
el camarero que se las sabe todas... pinchó “No more lonely
nights” de Paul McCartney y el Jaque recuperó el halo romántico.
Aún
estaba caliente el taburete de Marga cuando llegó Estela y preguntó
si estaba ocupado, un leve gesto al levantar mi copa le invitó a
sentarse.
Estela
rozaba unos espléndidos cuarenta años, más por arriba que por
abajo, y solo le unía a su marido una hija, un montón de rayas, mil
copas y que trabajaba para él en una empresa de carpintería
metálica.
Al
tercer Johnnie Walker, me contó que su marido no quería saber nada
de ella, que un día le dijo que se buscara la vida, y así lo hizo,
a partir de entonces su vida era un amante policía que aparecía y
desaparecía como el Guadiana y ella resignada, cuando llegaba sin dar explicaciones, se abría de piernas antes de volver a perderle.
Estaba
cansada de vivir y se refugiaba en el alcohol, tanto es así, que
cuando le daban a probar un perfume en el Corte Inglés le daba un
trago...
Cuando
la oí gritar al correrse aquella noche, comprendí la mitad de las
razones de lo que le pasaba...
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