Corrían
los primeros minutos del día cuando el taxi me dejó a las puertas
del Pub Jaque, ya se sabe...me atrae la fea costumbre de escribir
notas rodeado de personajes noctámbulos que ahogan entre humo y
alcohol sus miserias.
El Jaque, es como un rascacielos de planta
baja, es como un prostíbulo detrás de la fachada de una catedral,
aquí me desentiendo de mi mismo, salvo...cuando está Marga, cada
vez que la veo vuelvo a enamorarme de ella, cuando la rozo,
apenas sobrevivo a mi saliva.
Toni, el camarero, hablaba menos que el cuco de un reloj pero un perezoso movimiento de ojos bastaba para entendernos, nada más entrar supe que ella estaba allí...
La acompañaba su amiga Alma, nunca un nombre fue tan huérfano en una mujer, Alma hace tiempo que renunció a su propio nombre.
Marga me recibió con los brazos más abiertos que un corcovado, sin duda tenía un gran día o el alcohol le empezaba a hacer mella, porque el cariño no era el más común de sus aliados.
Un cenicero colmado de colillas manchadas de carmín de dos colores, denunciaba que llevaban varias copas encima.
Alma era el diablo maquillado a lo Marilyn, un saco de adicciones, los psico-fármacos, el alcohol o el tabaco eran para ella vitales pero nada la perdía más que el sexo, cada vez que se acostaba con un hombre se quejaba de haber perdido a otro.
Tenía un desorden mental y vaginal y un apetito sexual muy por encima de la media.
En un instante que Marga fue a retocarse los labios al servicio en la planta baja me dijo:
Solo...
No te enamores de ella, vas a crearte una cantidad de fracasos tremenda. Si te hace daño una mujer, continuó a la vez que me guiñaba un ojo...que sea una mujer de verdad.
Toni, el camarero, hablaba menos que el cuco de un reloj pero un perezoso movimiento de ojos bastaba para entendernos, nada más entrar supe que ella estaba allí...
La acompañaba su amiga Alma, nunca un nombre fue tan huérfano en una mujer, Alma hace tiempo que renunció a su propio nombre.
Marga me recibió con los brazos más abiertos que un corcovado, sin duda tenía un gran día o el alcohol le empezaba a hacer mella, porque el cariño no era el más común de sus aliados.
Un cenicero colmado de colillas manchadas de carmín de dos colores, denunciaba que llevaban varias copas encima.
Alma era el diablo maquillado a lo Marilyn, un saco de adicciones, los psico-fármacos, el alcohol o el tabaco eran para ella vitales pero nada la perdía más que el sexo, cada vez que se acostaba con un hombre se quejaba de haber perdido a otro.
Tenía un desorden mental y vaginal y un apetito sexual muy por encima de la media.
En un instante que Marga fue a retocarse los labios al servicio en la planta baja me dijo:
Solo...
No te enamores de ella, vas a crearte una cantidad de fracasos tremenda. Si te hace daño una mujer, continuó a la vez que me guiñaba un ojo...que sea una mujer de verdad.
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