domingo, 22 de marzo de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...RITA Y EL GALENO



  El Jaque cada noche que empieza pone el marcador a cero, ni guarda memoria como los ricos ni rencor como los pobres, cada madrugada es un mundo diferente a la anterior y Toni el camarero es como una gallina clueca que engüera el nido aunque no haya huevos, siempre al servicio de sus clientes, tanto es así, que hay quien dice que hablar con Toni es como ir al psicoanalista, la única diferencia está en el precio, uno te cobra una copa y el otro las de toda la barra.
  Hoy cuando he entrado al Jaque y me dirigía a mi rincón casi me caigo de espaldas de la sorpresa, me he cruzado en la barra ni más ni menos que con el Dr. Quevedo mi médico de cabecera en el ambulatorio de Góngora, el mismo cabrón que esta tarde me ha dicho en mi cita médica que de no cambiar horarios, usos y costumbres, en poco tiempo la consulta la pasaré bocarriba en la mesa de acero inoxidable de la morgue municipal.
  El Dr. Quevedo era un tipo malencarado, rechonchón y pelón y lo digo sin acritud alguna creerme, no en vano, entre sus colegas se le conoce como el Dr.Cipote porque de su cuerpo orondo emerge una cabeza alargada y calva que en su parte trasera sobre la nuca y las orejas luce una gran cicatriz que la circunda, recuerdo de un viejo accidente de tráfico del que salvó el pellejo de milagro, que le confiere la forma de un pene con la fimosis recién hecha, en el ambulatorio decían con cierta befa que a su homónimo, el escritor del Siglo de Oro, lo conocían por el culo y a el por la polla.
  Por lo demás su cara no tenía rasgos ni para hacerle una caricatura...
Toni con la maldad que siempre le caracteriza durante las primeras horas de la noche, luego conforme entra la madrugada cambia unas veces a mejor y otras a peor, pinchó “Un hombre de verdad” un tema de Alaska y Dinarama, yo quiero algo especial, un hombre de verdad, cantan...
  La madrugada entraba fuerte, Rita volvía al Jaque , todos aplaudieron su entrada y ella cruzó el patio ajedrezado como en los viejos tiempos, con paso cadencioso contoneando las caderas enfundada en un ceñido vestido negro, al estilo del que el diseñador Jean Louis Berthault creó para la Hayworth en Gilda y despojándose sensualmente de sus largos guantes negros satinados.
  Se acercó a mi rincón y pidió un copazo de Whiskey High West Campfire, un Straight Bourbon de Kentucki envejecido varios años en barricas de roble quemado, un privilegio reservado a los dioses como ella, pero ojo que si te tumba tardarás tres días en despertar.
  Rita en realidad era Antonia hija del portero del cine Alhambra de la calle Molinos, de jovenzuela siempre iba canturreando por la calle y era una ferviente admiradora de Rita Hayworth, todas sus películas las veía subida a un cajón desde la ventanilla de la sala de máquinas del cine, donde la vieja “Victoria 5” de la casa italiana Cinemeccanica hacia girar los rollos de celuloide a 24 fotogramas por segundo, de ahí le vino el apodo de Rita que no llegó a ser la Hayworth y por su afición a cantar quedó en “Rita la Cantaora”
  Pero Rita tenía un defecto y es que alternaba el Straight Bourbon con las broncas, aquella noche hizo girar su taburete hasta quedar frente a mi y me dijo:
  -Solo...
  -Los hombres que me gustan nunca son los que me convienen, me acuerdo cuando despertaba en tu camisa, que buenos tiempos...
  -Mi último amante -continuó diciendo- era lo mejor que me ha pasado desde que dejamos de vernos Solo... Pero lo acogió Dios en su seno demasiado pronto, el Dr.Cipote equivocó el diagnóstico y se negó a reconocerlo, cuando quisieron acordar murió retorciéndose de dolor como un perro a pesar de que le hicieron trasplantes hasta de orina, dijo con ojos vidriosos producto de los whiskys y la rabia.
  -Rita...intenté contestarle, pero se besó el índice y el corazón y me los puso sobre mis labios cubiertos por la puta mascarilla quirúrgica para cortar mis palabras y se fue en busca del galeno...
  -Aquella Rita sufrió en sus carnes una tormenta en casa del Dr.Cipote se dejó tragar por la ballena como Jonás en la Biblia pero no esperó a que la ballena la vomitara desde dentro lo mató una bala que no lo conocía de nada.
  Nadie reclamó el docto cuerpo, se mantuvo bocarriba en la mesa de acero inoxidable de la morgue municipal el tiempo reglamentario hasta que fue trasladado a la Facultad de Medicina por decisión propia testamentada, para que hicieran prácticas con él, cuando el profesor hizo la primera disección del cadáver decidió cerrarlo y mandarlo a cremar.
  “Put The Blame On Mame”. Échale la culpa a Mame, fue el grafito escogido por el gran Toni para bajar el cierre aquella madrugada al Jaque, tema de la famosa escena de Rita Hayworth y sus guantes de negro satén, Mame bailó el Hoochy-coo, eso mató a McGrew, asi que pueden culpar a Mame, chicos... decía la letra, o algo parecido...



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