viernes, 6 de marzo de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE... TONI Y LA REINA BLANCA DEL JAQUE



   Cada servilleta que escribo en el Jaque es un golpe de cincel que modela mi personalidad y mis sentimientos, podría crear un personaje a mi medida pero me niego con la mas absoluta rotundidad, no voy a dar la facilidad de entregarme juzgado por mi mismo ya habrá quien lo haga en mi lugar, mis talones de Aquiles son privados y me los llevaré al crematorio para que al final vuelen entre mis cenizas por Sierra Nevada.
   No voy a dejar de escribir lo que me parezca por miedo a las consecuencias y como no escribo por dinero no tengo que cambiar los finales tristes por otros felices o viceversa.
   Cada vez me cuesta más escribir mis crónicas desde el Jaque porque, como decía un amigo mío, la realidad está fuera de mi alcance y la ficción es cada vez más difícil de crear y modelar, un viejo amigo que vomitó su vida por entregas en todos y cada uno de los alcorques e imbornales de la Granada que lo vio nacer, se creía tan grande como el mar y acabó ahogándose en él.
   Necesito un Four Roses para opacar mi mal sabor de boca y espantar el crudo dolor de espalda que me está jodiendo la existencia, cada vez son más empinadas estas endiabladas cuestas empedradas del Mauror.
   Por fin entro al Jaque empieza la partida, Toni el camarero y yo jugamos siempre con blancas, comenzamos con la variante clásica de la Celada en la Defensa Siciliana con ella vamos ganado espacios...
   Mecano vuela por el ajedrez del Jaque con su tema “El peón del rey de negras” en él los hermanos Cano y Ana Torroja le dedican una canción al este juego de origen indio.
   Hablamos de peones cuando entra Fredo acompañado de su chorba con los brazos tatuados con la frase “Amor de madre” y “Te quiero” en quinientos idiomas diferentes.
  Fredo era un misógino sentía aversión hacia las mujeres, no podía soportar su dependencia de ellas, un tipo repugnante, una rata de callejón, un médico expulsado del Colegio Oficial por traficar con recetas falsas de Viagra, una “estafa piadosa” se defendía ante el juez, de ahí pasó a tráficos mayores y a consumir más heroína de la que cortaba, su tarjeta de presentación era: “Hola, me llamo Fredo, Al Fredo” lo que provocaba la hilaridad contenida de lo presentes y es que hay gente como el presidente de gobierno que no necesita hacerse el tonto, lo llevan de serie.
   Una madrugada le tendieron una emboscada en el dédalo de callejuelas del barrio judío, le robaron la droga que llevaba encima y en el forcejeo con los rateros se le disparó a alguien el arma con tan mala fortuna, que la bala le entró limpia por un lado de la boca y salió contaminada por el otro, por no acudir a un hospital y tener que dar cuentas ante la policía, un veterinario amigo con claro síndrome de abstinencia le zurció tan mal la jeta que desde entonces tomar un Whisky era un desperdicio, le salía un chiscate por el que perdía la mitad del trago y por siempre le quedaría el apodo de “Caracoño”
   Guardo servilletas anotadas en los bolsillos como si tuviese el Síndrome de Diógenes y andaba poniendo orden en ellas cuando llegó la primera sorpresa de la noche corrió a cargo de Audrey, una vieja amiga que no veía hace años y que jamás había pisado el Jaque.
  Audrey, Ángeles para los amigos, es una mujer de riñones, en su juventud era una calcomanía de la Hepburn con su flequillo corto, sus cejas pobladas y su mirada de trasfondo entre triste e inocente, de ahí su apodo, era un carro de combate “Leopard 2A4” capaz de despedazar con un gesto al más flamenco que le saliera al paso, adoraba saltarse las reglas pero se adaptaba bien a los tiempos y las formas, llevaba en su pequeño bolso “Flap” de solapa rosa, un talonario del “Solo sí es sí” con todas las papeletas ya firmadas listas para el consumo, moría tanto o más por un tipo vestido de Adolfo Domínguez, como de un portero de puticlub de la carretera de Jaén con uniforme desteñido y olor a sudorina y aliento a Whisky John Cor que anda por debajo de los 5 euros la botella de litro en Mercadona y provoca la más alta tasa de viudedad de Granada.
  Toni el camarero, se marcó un detalle histórico, no conocía a Audrey absolutamente de nada pero algo al verla le hizo pinchar “Moon River” una composición de Henry Mancini para Audrey Hepburn en “Desayuno con diamantes”, al oír los acordes Audrey con ojos vidriosos por el recuerdo, se acercó a mi se colgó de mi cuello y me dijo:
  -Solo...
  -No has cambiado nada eres tal y como te recuerdo, has hecho un pacto con el diablo?
-Hola encanto, me conservo en un frasco de Four Roses, le dije dejando escapar las palabras entre sus labios, sigues siendo un bellezón.
  -Gracias Solo, el mundo no está hecho para las derrotadas, o eres fuerte o caes como el Imperio Romano o el muro de Berlín
  - Y tu marido como anda? Le pregunté
 -Mi marido dejó de serlo afortunadamente hace años, a cada campeonato de cabrones que se presentaba siempre acariciaba el título, eso le hizo recapacitar y se marchó con otra.
  Aunque Solo... en su favor diré, que no entiendo que una retirada sea una cobardía, desechar las batallas que puedes perder es un detalle de sabiduría.
   La madrugada se fue apagando lentamente como antes se apagó el día, Toni el camarero, nunca acaba mi capacidad de asombro, ya a puerta cerrada invitó a la penúltima copa a los cuatro gatos que entregábamos ya nuestra séptima vida y levantando el vidrio al cielo artesonado del Templo del Mauror dijo:
  -Sirva esta copa al final de la madrugada, la hora mágica del Jaque, para  que nuestra Reina Blanca mi pequeña Marga, por la que siento un gran cariño y admiración, vuelva a engrandecer y darle glamour a las noches de este humilde Pub que tanto la quiere y echa en falta.
   Me tuve que aflojar el nudo “Windsor” de la corbata Carrascal que llevaba porque me ahogaba por momentos y una rebelde lágrima producto quizás de estos días de tensión acumulada, cayo en la mar agitada de mi Four Roses, venga mi niña no hay problema que venza la esperanza, el cuerpo es un campo de batalla tu eres joven y fuerte y saldrás victoriosa.
   Sonaba “Don't stop me now” de la banda británica Queen, un clásico que, por mucho que pasen los años, sigue transmitiendo un chute fuerte de energía, ¡Va por ti Marga! Gritó Toni... al tiempo que me batía en retirada.




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