El
Jaque se sustenta en tres pilares básicos e insustituibles, el amor,
la amistad y la diversión, pero no deja de ser un local de copas de
noche y es como un junco impregnado de liria donde los pájaros
noctámbulos acuden y se quedan presos de patas en él, es un pequeño
paraíso de la juerga, de madrugadas golfas, de flirteos, de roces,
de rincones a media luz donde las palabras mueren asfixiadas por un
beso y donde cogerle el culo a alguien es una victoria que no se gana
en un día... o puede que si.
Desde
mi rincón en la barra capitoné del Jaque estudio los personajes
entre los que predominan más las mujeres, es mucho más fácil
hablar con una mujer a corazón abierto que con un hombre, es más
porosa, y menos maleable siempre se mantendrá intacta tal como es,
aunque también hay hombres que merecen la pena, algunos...de muerte.
La
llegada del equinoccio, la primavera, es cuestión de horas y si todo
va bien le daremos la bienvenida a eso de las 4,50h de la madrugada,
es viernes hay ganas y el aforo limitado, por circunstancias
sanitarias, del Jaque está al completo, el tablero esta listo
empieza la partida.
Suena
“P'aquí P'allá”, vivo más de noche que de día, sueño más
despierto que dormido, bebo más de lo que debería...la banda
cántabra La Fuga pone la música y la letra.
Cuando
levanté la vista del maremágnum de servilletas escritas para dar un
sorbo a mi segundo Four Roses de la noche, me tropecé con el aliento
de Fina Coral, no había reparado en ella a pesar de llevar unos
segundos envuelto en las notas de haba tonka y cacao de su perfume
preferido, “Good Girl” de Carolina Herrera, que tantas noches me
había perfumado las sábanas de la 108 del Hotel Albero.
Fina
Coral era en realidad Manuela hija única de Coral, una alcahueta
latina de la calle Jazmín que en sus ratos libres era la más “fina
carterista” que hubo en la ciudad, de la que heredó su habilidad
incluso superándola con creces, de ahí su apodo... eres más fina
que el coral.
-Hola
Solo... viejo zorro, trataba de leer tus notas por encima del hombro
pero tienes letra de médico- me dijo
-Solo
hasta el tercer Four Roses nena, luego el pulso se estabiliza y mi
letra es más legible y caligráfica- le contesté.
-¿Sabes
una cosa? Continuó diciendo...
-Me
arrepentí al poco de haber roto lo nuestro por aquél relamido
empresario, debo elegir mejor Solo... tenía mucha pasta pero de
polla andaba fatal, me contaron que en la mili le hicieron la fimosis
con un sacapuntas, te eché tanto de menos Solo... yo necesito una
polla con patas.
El
golpe de risa de Fina hizo volar gran parte de las servilletas
escritas dentro de la barra, Toni las recogió sumándose a la
carcajada y le preguntó:
-Y
porqué lo dejaste Fina?
-Mi
querido Toni... el desierto es muy largo para un solo camello
Volvió
a carcajearse con su contagiosa risa, su humor era una de sus grandes
virtudes junto al culo, sus magníficas piernas y sus pequeñas pero
perfectas tetas que miraban al cielo, hacía reír a la gente, algo
muy difícil de conseguir en estos tiempos en que lo fácil es hacer
sufrir y llorar.
-Siempre
me ha llamado la atención, continuo diciendo Toni, que nunca
te casaras con lo guapa y lo simpática que eres.
-Nunca
me he casado no, es cierto, pero he tenido muchas lunas de miel.
Seguimos
riendo un buen rato hasta que dijo de marcharse, quise invitarla a su
copa pero no solo no me dejó pagar sino que invitó a Toni y pagó
las dos copas mías dejando la vuelta de bote.
-Toni...
dijo Fina a modo de despedida, antes, queríamos casarnos con
médicos y con jueces, ahora queremos ser médicos y jueces, no
queremos casarnos.
Cuando
fue Toni a abrirle el portón trasero, Fina se acercó a él y le dio
un arrumaco ya que los besos están prohibidos y se perdió en la
noche.
Como
el que no quiere la cosa la madrugada estaba tocando a su fin,
brindamos por la entrada de la primavera, una primavera que llega de
la mano de la crueldad y la muerte, el miedo y el desasosiego se han
hecho dueños de la ciudad.
Nunca
has tenido miedo a nada Solo...me siento apesadumbrado y falto de
ánimo, me repetía una y otra vez un eco en mi interior, una y otra
vez hasta que una voz me sacó de la vorágine interna
-Nunca
has tenido miedo a nada Solo... te veo apesadumbrado y falto de
ánimo, que te pasa? Sonó la voz ,ahora si real, de Toni
el camarero
-¿Le
temes a la muerte? Me preguntó
-No
le tengo miedo a la muerte solo espero no estar allí cuando me venga
a buscar.
-Solo...
Ir perdiendo el gusto por las cosas de la vida es ir preparándose
para la muerte y tú y yo yo no estamos en esa partida de ajedrez.
-Las
ciudades, continuó diciendo, están llenas de muertos sin que
venga el Coronavirus, son gente sin esperanza que desde que nacen
empiezan a morir.
Lección
magistral de la universidad de la calle donde estudió mi gran amigo
Toni, grande entre los grandes.
Ya
a puerta cerrada le dije:
-Tómate
la penúltima que hoy corre de mi cuenta.
Se
desprendió del chaleco negro de solapas de raso y se quitó la
pajarita fucsia, se desabrochó tres botones de la camisa blanca y al
sentarse notó un bulto en el bolsillo trasero, se palpó, metió la
mano y sacó mi fina cartera...Fina como el Coral que hija de puta
jajajaja reimos hasta casi morir.
Aquella
noche Bob Dilan fue el escogido por Toni para cerrar el portón
trasero de un Jaque clandestino que no deja de acertar cada
madrugada.
El
tema era “Pretty Boy Floyd” parte de un álbum que habla de un
tipo que en la gran depresión estadounidense se dedicó a robar
bancos
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