lunes, 16 de marzo de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA


   El Jaque se ha convertido en un istmo entre un mar de persianas cerradas, es una odisea sortear los efectivos policiales que “apatrullan” la ciudad invitándote bajo presión a que te quedes confinado en casa, esto ha hecho que cambie mi ruta habitual y utilice todas clase de tretas y artilugios para alcanzar el aldabón de la puerta trasera del Jaque.
  Dos golpes de aldaba seguidos – espacio – un toque – espacio – dos toques seguidos, como los golpes de martillo en las levantás de los pasos de silencio, este ritual que te franquea la puerta de entrada al Jaque es lo más parecido que ha quedado de la Semana Santa de este año 2020.
   Una vez dentro parece que el tiempo ha dado marcha atrás y vuelve a las vísperas de la cuaresma cristiana, si, parece que estamos otra vez en carnaval, puedo observar ya situado en mi rincón y con mi primer Four Roses delante, a Charlie “El Manso” marido de Marga con un pijama de ATS, a Alma con el uniforme de Limpiezas Castor, a Louise con el de azafata de Iberia, a Estela con el del Mercadona o incluso yo mismo que he desempolvado mi antiguo uniforme de conductor de Alsa y es que la única manera de burlar los filtros policiales es justificando tu salida como que vas a trabajar.
   “Apocalypse please” un poquito de apocalípsis por favor, pone la música la banda inglesa de rock alternativo Muse.
   Como escribí en mi anterior crónica, el “efecto confinamiento” y el boca a boca están trayendo al Jaque viej@s conocidos, entre ellos está Rebeca una chica del barrio que a pesar de su juventud era una virtuosa del cuplé y probó suerte en los madriles haciendo acompañamientos en el Teatro Goya de la calle Poniente en el castizo barrio de Malasaña, Rebeca en realidad era Encarna la hija del pollero de la calle Pavaneras, le pusimos el sobrenombre porque los pollos daban para poco y siempre iba con la mismas prendas que alternaba entre sí, una celeste y otra rosa coral de punto granito sin cuello y abotonada, tejidas por su abuela Luisa, ella lo asumió con sumo gusto.
   Rebeca volvió al barrio a los años cansada de vagar, malfollada y sin un duro, a lo que hubo que sumar el cierre de la pollería por la muerte de su padre víctima de una sífilis que, en su etapa tardía, le provocó una parálisis y posteriormente un tumor que se lo llevó en volandas.
   Aquella noche me reconoció nada mas verme, se acercó a mi rincón y me dijo:
   -Solo...
  -Hace unos cuantos años que llevo una vida digamos, que un tanto disipada, viví mucho tiempo siendo una virtuosa y ahora vivo en pecado, solo me queda del cuplé la provocación el erotismo y la seducción.
  -Hagas lo que hagas y como lo hagas la gente va hablar de ti, no te cortes, traspasa los límites si eso te hace feliz y peca, pero no hay placer que no sucumba a la rutina, no te entusiasmes por nadie ni por nada, le dije.
   -Quisiera ser como tú que le gustas a todo el mundo, continuó diciendo
  -Querida Rebeca si le gustase a todo el mundo sería una croqueta, le respondí
Rebeca estalló en carcajadas, reía con los ojos y movía las pestañas como las alas de un colibrí.
  -Me gustaría cantarte un cuplé a solas y esta noche tengo el tono ideal
  Toni puso para ella “El Relicario” del gran maestro José Padilla, que se dice compuso en cinco minutos, e interpretado por la bella Raquel Meller.
  No hay cal sin arena o viceversa, nunca me aclaro que es lo malo y que lo bueno, sonó la aldaba con los toques convenidos y Toni abrió el portón trasero de Jaque sin comprobar por la portezuela superior quien era, cuando quiso reaccionar ya era demasiado tarde se coló entre los treinta centímetros de apertura como una ráfaga de aire, como un tiro de Luka Doncic desde los 6,25m entró sin tocar el aro por debajo de su brazo.
   No era otro que Iñaki de Leiza un vasco de ETA que cumplía pena en el Centro Penitenciario de Albolote y en los permisos cortos que no le daba tiempo a ir a su tierra aterrizaba por el Jaque, hace un año consiguió la libertad antes de tiempo gracias a la doctrina Parot, un hijo de puta cobarde de dedo fácil, estaba en la calle legalmente, había saldado sus cuentas con la ley, pero un asesino no tiene botón de encendido y apagado.
   -Hola Solo cuanto tiempo sin vernos- Me dijo
   El aire del Jaque se tornó grueso, irrespirable, Toni me miró desde el otro lado de la barra le hice un gesto y volcó la botella de Four Roses en mi vaso, el picú quedó mudo y se podían oír los borbotones del whiskey remover los peces de hielo dentro de la copa.
   -Hola Iñaki- le respondí, si mucho tiempo
   -¿Sabes Solo? La derrota de Eta es pasajera, algún día hay volveremos a la lucha armada, yo no le temo a la muerte la llevo dentro- dijo
  -La derrota siempre es una opción en la vida, dolorosa pero es una opción y el ser humano está preparado para superar el dolor y la frustración- le dije intentando salvar los muebles.
   Iñaki era todo pistola, la 9mm Parabellum ocupaba más sitio que él, si algún día, que espero que llegue pronto, lo tuvieran que freír en la silla eléctrica, con un tostador de pan habría más que suficiente para electrocutarle.
   Los años de cárcel y su debilidad sexual por los jovencitos dentro de ella, le provocaron una tuberculosis venérea de la que nunca llegó a sanar, cinco días después pude leer en la prensa que el discípulo de Josu Ternera había contraído el COVID-19 y que no le fue posible vencer la enfermedad por su patología crónica, era el primer muerto en Granada por la pandemia.
  Toni el camarero pinchó en el picú “Happiness! Un tema en el que Jónsi (Sigur Rós) y su novio Alex Somers hablan de que la felicidad trae la serenidad y la tranquilidad, acto seguido Toni brindó por Iñaki y porque no hay mal que por bien no venga.
   Aquella madrugada en la 108 del Hotel Albero entre cuplé y cuplé nos dieron las diez y las once, las doce las una, las dos y las tres, de la tarde quiero decir...




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