sábado, 8 de febrero de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...LA DESCONFIANZA


   Ambientado en seductores tonos de rojo, el pub Jaque mantiene un misterioso aire decadente aunque muy cuidado, resulta muy acogedor, eso y que los viernes entre las 19 y las 21h las copas valen a mitad de precio, la “Happy hour” que se dice ahora, dentro de las actividades promovidas por su cincuenta aniversario, hace que cuando llego al Jaque se encuentre de bote en bote, la música “comercial” y el “tecno” ensordecedor me echa para atrás, decido pasear un rato, aunque cuando paseo pienso y cuando pienso...
   Me asusta la idea de envejecer dentro de un batín de franela y unas zapatillas de paño al abrigo de una mesa camilla, ya no tengo 30 años, mi cuerpo soporta el paso del tiempo a regañadientes, tengo menos pelo y más canas, mis ojos están cansados, ya no soy un jovenzuelo ni pretendo serlo, aunque soy feliz con mi vida, envejezco con dignidad y estoy orgulloso del hombre que he sido hasta hoy.
   Ahora tengo los años ideales para escoger quien si y quien no forma parte de mi vida, hago y deshago, dentro de un orden, lo que me da la gana, vivo cada día como si fuese el último, quiero tener exactamente la edad que tengo y disfrutar de ella.
   Aún puedo amar y de hecho amo con fuerza a quien quiero, tengo una maleta llena de recuerdos de gente que ha pasado por mi vida, gente que ha dejado fuertes sensaciones positivas o gente que ha dejado grandes cicatrices que la piel con el paso del tiempo va disimulando, haciéndolas más suaves, integrándolas en el paisaje de mi rostro.
   He aprendido a estar con la gente y a vivir sin ella, a que los que traicionan, son los que más desconfían y que cuando quieren pueden y cuando no, mienten para no poder.
   No tengo edad para brindar por compromisos pero si para brindar por aventuras, por vivir la vida, por darle una patada a una lata callejera, por hacer lo que no se debe, por volverme a equivocar, por ti...
   Estreno vida, dejaré que pase mi nuevo tiempo y ya veremos lo que me trae, no renuncio a nada, si te quieres ir... piérdete como tus flores, despacio amor.
   No pienso volver a Ebro sin ti, ni dejar menos de tres besos de propina cada vez que tenga que pagarle a la vida.
   El encendido del alumbrado nocturno por el Paseo de los Tristes me saca de mis cavilaciones y mis pies inconscientemente me devuelven al Jaque.
   Suena “How deep is your love” de los Bee Gees y la barra capitoné está despejada, Toni el camarero, nada más verme atravesar el umbral saca un vaso de debajo, tres peces de hielo, y deja correr el Four Roses, este es mi Jaque...
   No habían pasado diez minutos cuando Charlie entró por las puertas, era un Miura, daban ganas de recibirlo a “Porta gayola” con una larga cambiada, entraba resoplando y negro como si se hubiese tragado la lengua, se acercó a la barra y al verme en ella vino hacia mi, a modo de saludo me dijo:
-Solo...
-Debes ayudarme Marga se va, esta vez no es una amenaza es una realidad.
   Estaba además de borracho, literalmente hundido, parecía al decirme aquello que aceptaba al amante de su mujer como animal de compañía, pedía ayuda al ladrón de los mimos, de las atenciones, del amor de su mujer y hasta de su propio dormitorio, me dio pena.
-Charlie, le dije, es hora de afrontar errores, solo se puede vivir en plenitud cuando uno comprende y reconoce la causa de su conducta y la de los demás, hasta que no controles tus adicciones no controlaras tu comportamiento, tus sentimientos y tus pensamientos hacia ella.

-Cuando una mujer casada tiene un encuentro con otro hombre, continué diciendo, a veces solo busca alguien con quien dialogar y compartir sus preocupaciones.

   Toni no dejó pasar la ocasión y pinchó el tema “Jolene” de Dolly Parton, un clásico de la infidelidad, una tortuosa relación hecha canción, donde Dolly ruega a Julene que no le robe su hombre...
   Aquella noche ocupaba el rincón contrario al mío en la barra del Jaque un tal Frank, un sudaca que estuvo perdido tres años y un día producto de la sentencia de un juez por su afición desmedida a la cocaina y las broncas, tenía una larga lista de antecedentes y una prohibición expresa de aparecer por la zona norte de la ciudad so pena de ser pasado por las armas, vivía eternamente instalado en la desconfianza, ocupaba el rincón siempre por tener la espalda cubierta y desde que en la cárcel leyera “El nombre de la rosa” cuando leía el periódico en el Jaque, pedía un vaso de agua para mojar la yema de los dedos cada vez que pasaba de página.
   Siempre le acompañaba Lonela, una rumana cuyo nombre no le hace justicia, significa “La gracia de Dios” y Dios gastó poca gracia con ella, fue el resultado de un parto a quemarropa, la partera cuando la ayudó a salir de su madre, tuvo serias dudas entre tirar a la basura la niña o la placenta, ahora casi sesenta años después el alcohol consumía su vida, no dejaba que los peces de hielo tocaran fondo en el vaso.
   Aquella madrugada como de costumbre Frank, pidió un taxi para ella, hubo que hundir su culo a empellones para que entrara en el habitáculo trasero del Seat 1500 bifaro, él pagó al chófer y se marchó caminando entre la niebla, vivía tres calles más arriba en una zona peatonal, no habían pasado tres minutos cuando sonó un disparo como un cañón, cuando salí alarmado del Jaque yacía en la acera con una flor roja en el pecho, la ambulancia del cercano Hospital Militar del Campo del Príncipe aullaba como un perro en la noche, cuando llegó le preguntó el medico si tenía algún tipo de alergia, él, con el último hálito de vida puesto, le contestó:
-Si doctor, a las balas...
   Las balas en realidad no matan, es la velocidad que llevan cuando te alcanzan, estuvo a punto de contestarle el galeno militar, pero no dio tiempo...
Toni afectado por el desenlace pichó “Yo soy mortal” del abum D.E.P de Nach Scratch, un rapero albaceteño a pesar de su nombre, aquella madrugada la policía obligó a echar el cierre antes de hora.






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