Estos
últimos años he llevado una vida bastante agitada y disipada aunque
me tengo por un hombre tranquilo que planto la meta en el primer
sitio que me canso sin otra mira que a mi fracaso constante -de vez en
cuando-, le salpique algún éxito pasajero producido por algún
descuido de la mano de Dios.
Las
cosas de las que me siento y confieso culpable, me han dado más
satisfacciones que aquellas de las que me siento orgulloso, mi
ilusión desde adolescente -eso lo sabe mi familia directa- fue vivir
a deshoras y en esa franja horaria es cuando más y mejor he vivido,
tirando el tiempo, el poco dinero que manejaba y combatiendo el
sueño de esa madrugada con el de la siguiente.
Estoy
seguro que si no muero en el Jaque, moriré en el camino de subida o
en el de bajada, no soy un tipo con mucha suerte, para mi el hecho de
cambiar una derrota por otra, no supone más allá de quitarme mi
viejo pantalón de «tiro
bajo»
de Massimo Dutti -que a uno ya no le gusta ir marcando
paquete-,
para ponerme el otro que me queda, un «Athleisure»
sin forros en los bolsillos, nunca me ha tocado nada en un sorteo,
cuando compro lotería en Navidad, me pago el lujo de tener un rato
de esperanza, como cuando me siento largas horas mirando el teléfono
con la ilusión de que que algún día me llame Sharon Stone y me
invite a un pase de cruce de piernas.
La
pasión y la intriga de «Basic
Instinct soundtrack»
se
abre paso entre la cortina de humo de la sala del Jaque, Jerry
Goldsmith, un judío haciendo las delicias del barrio judío de
Granada, ahí es ná.
Aquella
madrugada la capacidad de asombro de Toni quedó hecha trizas cuando
al sonar los toques en morse de la aldaba del portón trasero, abrió
la portezuela y atónito comprobó, que al otro lado de la madera
estaba Verónica, no os explico como quedé yo al verla, porque es
indescriptible.
Conocí
a Verónica un día hace lustros en casa de mi buen amigo Ernest, que
se empeña año tras año en mantener aquellos guateques de los 70
con la eterna ilusión de volver a restregar la cebolleta, era una
chica extrovertida, de una hermosura discreta, tenía el rostro plano
como un periódico sin noticias ni dobleces, entablamos relación
cuando ella me dijo ser actriz de teatro y Ernest me presentó como
escritor.
-Porqué
no me escribes el guión para una gran obra-me
dijo
Le
prometí intentarlo pero al final el único guión que llegué a
escribirle, fue sobre las hojas de su tersa piel una noche en
la 108 del Hotel Albero la víspera de su boda, cuando hacíamos el
amor, gemía a la par que se arrepentía, aquel polvo, me dio el
mismo placer que pasar la lengua por un sello de correos, fue como
tener un orgasmo y llorar al mismo tiempo.
-Porqué
te vas tan pronto Solo? -me preguntó desconcertada
-Porqué
me dejas así? -insistía
Al
año de casada, le dijo a su marido que lo sentía pero que habían
cambiado sus planes, el guión de su vida ya estaba escrito, ella se
acostaba con muchos por dinero y con todos por placer y no estaba
dispuesta a cambiar de vida.
Ya
cuando nació, la matrona salió del paritorio y le dijo a su padre:
-Vamos
a tener que practicarle la cesárea a su mujer.
-¿Viene
de nalgas?-preguntó
angustiado el padre.
-No -contestó
la matrona- su hija viene de piernas abiertas.
Al
reconocerme, sus ojos marrones brillaron como dos caramelos de
cristal de Murano,
tenía
la piel ceñida al hueso parecía enferma, se acercó a mi rincón
pidió un whisky muy frío, le daba igual la marca pero muy frío,
decía que así enfriaba el infierno que la consumía, me pidió un
pitillo y me dijo:
-¿Porqué
Solo?...
-¿Porqué
nunca me escribiste un guión?
-¿Porqué
no me has llamado desde aquella noche en el Hotel Albero?
Porqué,
porqué, porqué, Verónica no había perdido con los años la
maldita costumbre de la muletilla de empezar cada frase con un
porqué, algo que me sacaba de mis casillas, el padre Carmona le daba
la absolución sin oír el «porqué»
de cada pecado, cuando la veía entrar por la capilla le temblaba el
roquete de puntillas -vaya por Dios ya está aquí Verónica Porqué-
haciendo referencia con su humor ácido habitual a la Forqué, la
reina de los Goya, así fue como la malograda actriz Verónica
Esteban pasó a llamarse Verónica Porqué «In
saecula saeculorum»
Toni
no perdona la oportunidad que se le presenta , tiró de repertorio y
pinchó el tema de Chayanne «No
se porqué» Porqué se me ocurrió quererte, porqué tuve que
conocerte, porqué el amor es incurable, porqué el dolor es
indomable, es imposible olvidarte, no se porqué, porqué, porqué
A
Cornelio le había saltado un diente de un piñón de la distribución
y el motor no le iba redondo -osea para el que no entienda de
mecánica, que se le fue la pinza-, de su pasado solo recordaba
vagamente su profesión, fue acomodador durante toda la vida del Cine
Aliatar y su única obsesión y razón de vivir era acompañar a todo
el que entraba donde él estuviese hasta el lugar que quisieran
ocupar.
Cada
vez que Toni le abría el portón, él servicial, le acompañaba con
su linterna encendida hasta la entrada a la rebotica del Jaque y ya
se dirigía a la barra donde pedía una palomita de Anís del Mono y
dejaba que se le perdiese la mirada entre los hilos de humo de su
Penisular, no molestaba a nadie, solo se movía si alguna dama iba al
lavabo en la planta baja, a la que naturalmente acompañaba linterna
en ristre y hasta que no salía no se movía de la puerta del
retrete. A cuentas de su fervor por el Anís del Mono a Cornelio
afortunadamente le pusieron de mote Anisetto cosa que agradeció de
por vida.
D.Severo
Tino, fue profesor en el colegio de la División Azul en la calle
Molinos, en realidad se llamaba Anselmo Cifuentes pero era tal la
malauva que gastaba y el atino que tenía con el borrador de la
pizarra, que le pusieron ese apodo, tenía malafollá del año que
le pidieran, la mujer descansó de él el día que un fallo
multiorgánico acabo con su vida, era muy creyente y se pirraba por
la ginebra, cuando el Dr. Cipote (ver Rita y el Galeno) le dijo que
el alcohol era su gran enemigo ella le contestó que la Biblia
decía: «Ama
a tu enemigo»
Cuando
D.Severo Tino le preguntó al galeno en que consistía aquello del
fallo multiorgánico,
éste
le dijo:
-El
corazón de su mujer no se entendía bien con el hígado y el
páncreas, un fallo de comunicación entre órganos que resultó
letal.
Anisetto
y D.Severo eran los únicos personajes que adornaban la barra del
Jaque, con este panorama desolador, Verónica apenas sacaba la nariz
de su whisky para respirar, cuando se despidió me pidió un pitillo
para el camino y me dijo:
-¿Porque
no te vienes conmigo?
-Sería
como querer apagar la tos del primer cigarrillo del día encendiendo
el segundo, dejalo estar- le
dije
-Porqué
me temía yo esta mañana cuando me levanté y me escupió a la cara
el espejo, que este no iba a ser un buen día, porqué...
Estuve
a punto de contestarle como el Rey emérito al orangután de Chaves:
-Verónica
Porqué no te callas.
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