Las
madrugadas del domingo suelen ser intensas, procuro llegar temprano
al Jaque y poner mis notas en orden a tiempo, para luego poder estar
aplicado y ojo avizor a cualquier movimiento que se produzca por
liviano y sutil que parezca, aquella noche cuando llegué aún no
había nadie en el pub, Toni el camarero, arriaba la bandera farpada
de doble punta arlequinada con el Rey central, símbolo del Jaque, a
la mitad y le colocaba un crespón negro, eso sucedía en muy
contadas ocasiones, la última -creo recordar- tras la muerte
accidental del gran Kobe Bryant del que Toni era ferviente seguidor.
Con
rostro cerúleo y ojos acristalados, me comunicó la muerte de Aute,
no daba crédito y enseguida me vino a la mente el maldito
coronavirus, Aute había sufrido varios reveses de salud en los
últimos años por lo que era, patológicamente hablando, un blanco
fácil para el bicho, aunque parece ser que las causas han sido
otras, ha cambiado el escenario pero ha sido su último concierto.
Vaya
nuestro dolor por delante por tan sensible perdida de un tipo que
cantaba de fábula, porque él mismo, era una fábula.
Suena
solemne en el silencio del Jaque «Queda la música» «Esos
rostros ya no llevan nuestros nombres »
recita cantando el gran Aute...
Toni
me ha dicho que hoy ha quedado en venir una amiga suya de tiempo
atrás, las amigas «de tiempos atrás» de Toni, suelen dar un juego
tremendo, me ha metido el veneno en el cuerpo y estoy loco por
conocerla, no todos los días llega alguien nuevo, las figuras del
ajedrez están ya muy manidas, las madrugadas necesitan de aires
limpios que den vida al pub de los sueños.
Karma
era una polvorilla de mujer, una persona de gran vivacidad,
deslenguada y espontánea, vestía look «Grunge»,
unos
pantalones vaqueros rotos, una camiseta de no se que banda musical,
una chaqueta vaquera y unas botas negras con suela anti humedad
«Dr.Martens»
a lo que sumaba una bonita cara de porcelana -aunque sus ojos eran
dos puñaladas en un tomate- bajo una magnífica mata de pelo liso
negro peinada a lo «Hime»
que le
daba cierto aire japones, a la «subcultura Lolita» concretamente,
de la que era fiel seguidora.
Sin
duda, quería aparentar menos años de los que manejaba, aún así,
el saldo a mi favor era de al menos dieciocho tacos de almanaque
pegados a un cartón, como aquellos que para Navidad regalaba Rosillo
el de la imprenta de la calle Calderería Vieja.
Karma
en realidad era Carmela, limpiaba la iglesia de Santo Domingo cuando
acababan los actos que cada día se dedicaban a la feligresía, el
Padre Carmona le atribuía una de las leyes cósmicas del Karma «cada
cual atrae a su igual» por las juntas que manejaba y la bautizó de
esa guisa.
A
un gesto del buen Toni -tras el saludo de rigor- se
colocó a mi lado, pidió un «Iris Car Bom»,
un
combinado compuesto de absenta, brandy, vodka, ginebra y licor de
mora que o gastas cuidado y lo bebes pausadamente o te funde los
empastes, dio un trago y me dijo:
-Hola,
soy Karma y tú, supongo que eres Solo, el cronista oficial del
Jaque, verdad? Siento no poder besarte pero el estado de alarma no lo
permite, no se que vamos a hacer para follar porque si no se suda no
es un buen polvo -dijo
a carcajadas como carta de presentación...
Maldecía una vez más el puñetero estado de alarma y le contesté:
-Encantado,
pero un cronista suele vender lo que escribe, lo mío es un vicio
como otro cualquiera, con la diferencia de que este me está costando
el hígado.
A
la segunda copa, Karma hacía gala de albergar la inteligencia justa
para pasar el día, su cenicero de Cinzano ya lucía un buen colmo de
colillas manchadas de carmín y hablaba gilipolleces en procesión,
una detrás de otra.
-
Sabes Solo? La primera vez que me hablaron de fornicar creí que me
iban a hacer una tarjeta de crédito -volvió a reír
-Que
te trae por aquí
a estas
horas de la madrugada-dije
por decir...
-Vengo
para que tengáis la oportunidad de ver de cerca una tía buena, ya
no soy una chiquilla pero tengo carbón en mi interior para mantener
viva esta brasa muchos años -dijo
a la vez que colocaba su caliente entrepierna sobre mi rodilla.
La
mirada de Karma me confundía como la noche a Dinio, no podía ser,
la fosa abisal de Las Marianas era un corte banal entre ella y este
humilde escritor, salvo en mi época adolescente de «picahigos»,
nunca me han atraído las mujeres fáciles y aunque hace tanto que no
mantengo relaciones sexuales que a mi último espermatozoide le ha
salido un diente, Karma no acababa de convencerme.
Apuré
de un trago la copa como coartada para requerir la presencia de Toni,
le hice dos gestos claros y concisos, el primero lo entendió de mil
maravillas y me llenó el tercer Four Roses de la madrugada, el
segundo lo interpretó -hablando en plata- como le salió de la
polla, yo le quise decir: Aparta de mí este cáliz -por aquello de
que estamos en Semana Santa- y él respondió como siempre suele
hacer, más vale un picú que mil palabras...
Saltaban
al aire las notas de «Anda»
y Aute
decía:
«Deja
que descubra los montes de tu mapa, la cocupiscencia secreta de tu
alma y ven a mis brazos...», es queeee, vamosssss.
Juan
Islero fue el que cerró el cartel aquella madrugada y lo de cartel
no es puro capricho...
Juan
era un matarife asalariado del Matadero Municipal junto a la antigua
fábrica de gas, un tipo, que enseguida se echaba palante, con cara
de bulldozer, tenía malaleche envasada para consumo propio, un
amargado, al que la mujer abandonó después de años y años de
cuernos consentidos -los que más hieren- que lo transformaron en un
Miura, era de tez negruzca, entrepelado y bragado, un remake del toro
que mató a Manolete en la plaza de Santa Margarita de Linares y
claro...el Padre Carmona conocedor de su encabronada vida a través
del Santo Sacramento de la Confesión que administraba a su mujer,
cambió la espada por el estoque de matar entrando al degüello y le
puso de mote Islero el nombre de aquél fatídico toro que mató a
Manolete, estos dominicos...
Aquella
madrugada Islero, en desagravio a su tatarabuelo de Linares, me salvó
la vida en el coso del Jaque arramblando con Carmela, que de buen
seguro, puso el Karma a su vida.
No
es cierto que no haya Semana Santa, es que las procesiones este año
van por dentro, dijo Toni mientras tomábamos la espuela a media luz
brindando por otro grande que nos deja.
A
un puntito de gas, el picú iba repartiendo por cada rincón inerte
del Jaque la voz sin dueño de nuestro querido Aute con uno de sus
mejores temas «Sin
tu latido»
Ay,
amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
DEP
No hay comentarios:
Publicar un comentario