lunes, 6 de abril de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...EL KARMA DE ISLERO



   Las madrugadas del domingo suelen ser intensas, procuro llegar temprano al Jaque y poner mis notas en orden a tiempo, para luego poder estar aplicado y ojo avizor a cualquier movimiento que se produzca por liviano y sutil que parezca, aquella noche cuando llegué aún no había nadie en el pub, Toni el camarero, arriaba la bandera farpada de doble punta arlequinada con el Rey central, símbolo del Jaque, a la mitad y le colocaba un crespón negro, eso sucedía en muy contadas ocasiones, la última -creo recordar- tras la muerte accidental del gran Kobe Bryant del que Toni era ferviente seguidor.
   Con rostro cerúleo y ojos acristalados, me comunicó la muerte de Aute, no daba crédito y enseguida me vino a la mente el maldito coronavirus, Aute había sufrido varios reveses de salud en los últimos años por lo que era, patológicamente hablando, un blanco fácil para el bicho, aunque parece ser que las causas han sido otras, ha cambiado el escenario pero ha sido su último concierto.
   Vaya nuestro dolor por delante por tan sensible perdida de un tipo que cantaba de fábula, porque él mismo, era una fábula.
  Suena solemne en el silencio del Jaque «Queda la música» «Esos rostros ya no llevan nuestros nombres » recita cantando el gran Aute...
   Toni me ha dicho que hoy ha quedado en venir una amiga suya de tiempo atrás, las amigas «de tiempos atrás» de Toni, suelen dar un juego tremendo, me ha metido el veneno en el cuerpo y estoy loco por conocerla, no todos los días llega alguien nuevo, las figuras del ajedrez están ya muy manidas, las madrugadas necesitan de aires limpios que den vida al pub de los sueños.
   Karma era una polvorilla de mujer, una persona de gran vivacidad, deslenguada y espontánea, vestía look «Grunge», unos pantalones vaqueros rotos, una camiseta de no se que banda musical, una chaqueta vaquera y unas botas negras con suela anti humedad «Dr.Martens» a lo que sumaba una bonita cara de porcelana -aunque sus ojos eran dos puñaladas en un tomate- bajo una magnífica mata de pelo liso negro peinada a lo «Hime» que le daba cierto aire japones, a la «subcultura Lolita» concretamente, de la que era fiel seguidora.
   Sin duda, quería aparentar menos años de los que manejaba, aún así, el saldo a mi favor era de al menos dieciocho tacos de almanaque pegados a un cartón, como aquellos que para Navidad regalaba Rosillo el de la imprenta de la calle Calderería Vieja.
   Karma en realidad era Carmela, limpiaba la iglesia de Santo Domingo cuando acababan los actos que cada día se dedicaban a la feligresía, el Padre Carmona le atribuía una de las leyes cósmicas del Karma «cada cual atrae a su igual» por las juntas que manejaba y la bautizó de esa guisa.
  A un gesto del buen Toni -tras el saludo de rigor- se colocó a mi lado, pidió un «Iris Car Bom», un combinado compuesto de absenta, brandy, vodka, ginebra y licor de mora que o gastas cuidado y lo bebes pausadamente o te funde los empastes, dio un trago y me dijo:
  -Hola, soy Karma y tú, supongo que eres Solo, el cronista oficial del Jaque, verdad? Siento no poder besarte pero el estado de alarma no lo permite, no se que vamos a hacer para follar porque si no se suda no es un buen polvo -dijo a carcajadas como carta de presentación...
   Maldecía una vez más el puñetero estado de alarma y le contesté:
   -Encantado, pero un cronista suele vender lo que escribe, lo mío es un vicio como otro cualquiera, con la diferencia de que este me está costando el hígado.
   A la segunda copa, Karma hacía gala de albergar la inteligencia justa para pasar el día, su cenicero de Cinzano ya lucía un buen colmo de colillas manchadas de carmín y hablaba gilipolleces en procesión, una detrás de otra.
   - Sabes Solo? La primera vez que me hablaron de fornicar creí que me iban a hacer una tarjeta de crédito -volvió a reír
   -Que te trae por aquí a estas horas de la madrugada-dije por decir...
   -Vengo para que tengáis la oportunidad de ver de cerca una tía buena, ya no soy una chiquilla pero tengo carbón en mi interior para mantener viva esta brasa muchos años -dijo a la vez que colocaba su caliente entrepierna sobre mi rodilla.
   La mirada de Karma me confundía como la noche a Dinio, no podía ser, la fosa abisal de Las Marianas era un corte banal entre ella y este humilde escritor, salvo en mi época adolescente de «picahigos», nunca me han atraído las mujeres fáciles y aunque hace tanto que no mantengo relaciones sexuales que a mi último espermatozoide le ha salido un diente, Karma no acababa de convencerme.
   Apuré de un trago la copa como coartada para requerir la presencia de Toni, le hice dos gestos claros y concisos, el primero lo entendió de mil maravillas y me llenó el tercer Four Roses de la madrugada, el segundo lo interpretó -hablando en plata- como le salió de la polla, yo le quise decir:  Aparta de mí este cáliz -por aquello de que estamos en Semana Santa- y él respondió como siempre suele hacer, más vale un picú que mil palabras...
   Saltaban al aire las notas de «Anda» y Aute decía:
   «Deja que descubra los montes de tu mapa, la cocupiscencia secreta de tu alma y ven a mis brazos...», es queeee, vamosssss.
   Juan Islero fue el que cerró el cartel aquella madrugada y lo de cartel no es puro capricho...
   Juan era un matarife asalariado del Matadero Municipal junto a la antigua fábrica de gas, un tipo, que enseguida se echaba palante, con cara de bulldozer, tenía malaleche envasada para consumo propio, un amargado, al que la mujer abandonó después de años y años de cuernos consentidos -los que más hieren- que lo transformaron en un Miura, era de tez negruzca, entrepelado y bragado, un remake del toro que mató a Manolete en la plaza de Santa Margarita de Linares y claro...el Padre Carmona conocedor de su encabronada vida a través del Santo Sacramento de la Confesión que administraba a su mujer, cambió la espada por el estoque de matar entrando al degüello y le puso de mote Islero el nombre de aquél fatídico toro que mató a Manolete, estos dominicos...
   Aquella madrugada Islero, en desagravio a su tatarabuelo de Linares, me salvó la vida en el coso del Jaque arramblando con Carmela, que de buen seguro, puso el Karma a su vida.
   No es cierto que no haya Semana Santa, es que las procesiones este año van por dentro, dijo Toni mientras tomábamos la espuela a media luz brindando por otro grande que nos deja.
   A un puntito de gas, el picú iba repartiendo por cada rincón inerte del Jaque la voz sin dueño de nuestro querido Aute con uno de sus mejores temas «Sin tu latido»
Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
DEP







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