lunes, 27 de abril de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...BALADA TRISTE DE JUAN VALDEZ



   La única reforma que he hecho en mi casa en los últimos veinte años ha sido esta mañana al cambiar mi querida cafetera Moka, por una coqueta y descarada Nespresso que me regaló mi ex con el cariño y la ilusión de que mi tensión algún día pegue una subida que mi corazón salte como el contador de la silla eléctrica cuando intentaron ejecutar a Willie Francis. Recuerdo con aflicción que al pasar por su lado me chiflaba como los albañiles a la hermosa hija de la portera del convento de las Comendadoras de Santiago, murió entre lagrimas negras -mezcla de natural y torrefacto- aunque antes que vencida por esa mala pécora de cápsulas, hubiese preferido morir del piropo de una explosión de gas ciudad.
   ¡Ah! También he repintado el interior de la puerta del «wáter-closet» donde escribo lo más lúcido que me viene a la cabeza en esos momentos de aprieto intestinal en los que estrujas el recto contra las duramadres mas recónditas y oscuras y no sirve de nada.
   Salgo a la calle y llueve, desde hace unos días llueve por aspersión, Abril nos trae lluvias que antaño pasaron de largo, tendremos agua este verano aquellos a los que el virus no les apague la sed, llueve sobre los tejados donde fuimos más que amigos, sin bares ni hoteles, -bajo el fracaso-, es el único sitio donde te sentirás seguro porque nadie va a intentar quitarte el último puesto, cuando un amor de verdad fracasa quedará en tu memoria para siempre, los otros, la lluvia los arrastrará a los imbornales del olvido cualquier tarde lluviosa de cielo plomizo de mangas largas.
   Dos golpes – espacio – un golpe – espacio – dos golpes... se abre el Templo del Mauror, el Pub de los Sueños, el Jaque.
   Gabinete Caligari con su éxito «Al calor del amor en un bar» pone el ritmo y Toni las copas con el Winston colgando de la comisura de los labios, música humo y alcohol, un encuentro planetario que diría la muñeca diabólica que malparió Zapatero, la tal Leire Pajín.
   Anoche se juntaron las claras y las tantas, Toni se queja de que pronto cerraremos a la hora de abrir, dice que este mediodía se ha levantado como si se hubiese lavado los dientes con trementina y después se hubiese enjuagado la boca con arena, cuenta que estaba tan cansado, que escupía al wáter y le caía dentro de la boca, pero es su vida, huérfano de madre, Toni tuvo una dura infancia, lo único que pudo sacar de su padre fue el oficio y la afición al Whisky a fuerza de crecer cogido de su mano siempre al lado de una barra.
   Hacía tiempo que Juan Valdez no visitaba el Jaque, creo que cinco años y un día mas otros tres de viaje en autostop desde Santoña al Realejo, aquella madrugada apareció dando trompicones, se empeñaba en no usar bastón y después de tantos años de ausencia le había perdido las medidas a la ciudad y el pulso a sus costumbres, Valdez veía de noche menos que un dálmata de porcelana china pero lo suplía con su fuerza de voluntad y el instinto de supervivencia.
   Hubo un tiempo que su vida marchaba viento en popa a toda vela, las papelinas dejaban buenos dividendos pero acabó siendo un ratero de poca monta, cuatro radiocasettes y algún que otro puente en coches ajenos para pasar la noche de juerga por los puticlub de carretera.
   Hasta que un día le ofrecieron el negocio de su vida, colaborar en el robo de un banco en Santander, el dijo que se iba una temporada de vacaciones a un apartamento en Santoña con vistas al mar, el sueño de su vida, el asalto fue un desastre, en la huida, -entre que no conocía Santander y que no veía mas allá de sus narices-, fue a esconderse en una comisaría de policía. El apartamento soñado se hizo realidad y se tiró cinco años y un día en «la cárcel del mar» en la Prisión del Dueso, un penal que se construyó en 1907 en un lugar privilegiado en la costa cántabra.
   Elvis Aaron Presley se hizo dueño del lugar cuando sonaba «Jailhouse rock» una de las mejores canciones de todos los tiempos, tema creado por Jerry Leiber y Mike Stoller para la película «El rock de la cárcel».
   Juan Valdez era un tipo muy castigado por la vida y por la genética, tenía el rostro tenso y alargado como un ataúd, hay tipos que su mejor cara es el ojo del culo, las pocas veces que reía parecía que le tiraban los puntos de la fimosis y el aliento le olía al grisú del Pozo de Lláscares.
   Cada mañana al levantarse miraba si había alguna piraña en el bidé que llevarse a la boca, su menú diario era un triste plato de macarrones cocidos con cápsulas de ansiolíticos gratinados para darle un toque de color, aquella madrugada se puso lo mejor que tenía en su armario, un traje gris perla que tenía más brillos que unas bragas de pedrería, el muerto era más pequeño aún que él y parecía con los tirantes que iba encarpetado, en el cuello de la camisa llevaba escrito su epitafio...
   Se acercó a mi rincón y pidió un café, Juan Valdez solo bebía café –de ahí su apodo, nadie sabía su nombre real- si alguien lo invitaba pedía que lo enfriaran con un chorro de whisky, me pidió un pitillo y me dijo:
  -Solo...
  -La ceguera me llega a los pies, tengo durezas hasta en lo ojos y a mi corazón le falla el hígado, hubo un tiempo -dijo con una sonrisa biliar- que arrastraba un carrito de palos de golf, ahora arrastro la máquina de diálisis por los pasillos del PTS.
  -Cuanto lo siento Juan, hay veces que no hay que bajar al infierno, está a pie de calle, tómate un Whisky te invito -Le dije apesadumbrado, en el fondo Juan era un buen tipo.
  -Hace mucho tiempo, años, -continuó diciendo- que no estoy con una mujer Solo... mis últimas citas han sido con el forense y el marmolista, anoche soñé que besaba a una chica, tenía los ojos vacíos y su frío aliento empañaba los míos, su vestido de seda rosa estaba tan arrugado que parecía estar embutida en un ataúd, fue como si me besara la encargada de echarle migas de pan a los muertos en el cementerio.
  Fue la última vez que vimos a Juan Valdez, cuentan que a la hora de amortajarlo la cara se confundía con su ataúd, la tanatoesteta de la morgue dijo, que era imposible sacarle algún lustre a aquel desgraciado y convino, con las tres personas que estaban presentes, en velar el cadáver bocabajo.
  Al darle la vuelta, en el cuello de la camisa se podía leer:
  «Con mi suerte seguro que me reencarno en un cadáver»
  «You can't always get what you want» rasgaba el ambiente del Jaque que empezaba a perder la temperatura conforme se apagaban las luces.
  «No siempre puedes conseguir lo que quieres» la balada de “Sus satánicas majestades” despedía a Juan Valdez

sábado, 25 de abril de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...DIANA DE GALES

   Últimamente desafío el cansancio durmiendo tres horas diarias, hace tiempo que mi sueño más plácido es cuando voy a mi buen amigo Otilio Ravaza a que me corte el pelo en su cómodo sillón giratorio, allí duermo como un niño pequeño en el camión de bomberos de un carrusel, siempre me ha producido modorra que me escarben en la cabeza alta, en casa, ya jode que lo poco que duerma sueñe que estoy despierto, en el mejor de los casos sueño con un beso cortado por un bostezo y en el peor de ellos, veo gente que sobrevive al COVID-19 para morir después de la ruina económica que se cierne sobre ellos.
   Bueno, me doy prisa porque escribir un relato es contar muchas cosas en poco tramo y en el menor tiempo posible de manera que seas conciso a la vez que abundante, no se si me explico, algo así como describir un asesinato en el espacio que ocupa el corte en el gaznate del cadáver.
Hacía muchos años que no oía a Paul Anka, cuando entre al Jaque al filo de la madrugada me sorprendieron los deliciosos acordes de uno de sus grandes éxitos «Diana» una canción que tiene una bonita historia de amor real como trasfondo.
   Destino, casualidad, azar o ese sexto sentido innato de la oportunidad del que goza el gran Toni, no había terminado de dar vueltas el picú con Paul Anka encima, cuando hizo entrada Diana...
   Diana era una de las dos hijas de Flora, la churrera soltera de la calle Solares que andaba a todas horas churro dentro churro fuera, Juana, la menor y más fea, en la que se fijó Dios y se colgó los hábitos y Diana la bella, en la se fijó Carlos Gales y Pómez de las Cortinas y se descolgó las bragas.
   Carlos resultó ser un rufián abrazafarolas que vivió a la sombra de su padre un Maestrante de Caballería de Ronda y Granada y de la Orden de Santiago, que resultó a su muerte, que solo era propietario de las deudas y pufos que había contraído en los últimos años de vida sumido en la ruina más despiadada y ya se sabe, que cuando la ruina entra por la puerta el amor salta por la ventana.
   A Diana apenas le quedaba de Carlos un puñado de tarjetas de visita en las que se podía leer como carta de presentación: «Diana de Gales y Pómez de las Cortinas» y unas cuantas pieles de astracán de las que solo se desprendía momentos antes de practicar sexo oral para no mancharse después con el rojo del colutorio de Oraldine que siempre llevaba en su bolso para que los eructos no le oliesen a semen retestinado, porque eso si, Diana era muy limpia.
   Toni siempre dice que si solo recuerdas a una mujer por su higiene y su ropa, es el momento de empezar a olvidarla, que las mujeres tan limpias no se trata de higiene sino de mala conciencia y que hay que echarle una pastilla de Gallina Blanca en el bidé o parecerá que hundes la cara entre las patas de una perdiz hervida, -también afirma- que un piano no suena bien hasta que sus cuerdas no se impregnan del olor de la acidez genital femenina apoyada en su cola.
   Carlos era un tipo tan celoso que estornudaba sin cerrar los ojos para no perder detalle de lo que hacia su mujer, pero pretender que Diana no saliese de noche a esas alturas del fracaso conyugal, era como querer criar una leona del Serengueti con espinacas, aquella noche Diana se acerco a mi y me dijo:
   -Solo...
   -Me voy a separar, el mayor rato que he estado junto a mi marido estos últimos años fue el otro día firmando los papeles en casa de su abogado, hace tiempo que me di cuenta que solo nos unía el texto de cinco páginas del libro de familia, he vivido engañada. Cuando Carlos hizo separación de bienes aconsejado por su padre yo hice separación de camas.
   Se acercó tanto a mi que su aliento empujaba el mio de vuelta a mi boca, en sus ojos vidriados asomaban la codicia y la ambición. Lo mejor de Diana era el embalaje, su interior no merecía ni una mirada de reojo, hay mujeres que nunca podría aguantar sobrio, pero reconozco que son ideales para el almanaque de un camión.
   «Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo» Cantaba el gran Sabina «Mujeres fatal», uno de los cortes del álbum «Esta boca es mía»
   El aldabón golpeó, a manos de Farid Fayed, el portón trasero del Jaque y Toni le franqueó la entrada, con él daba por completo el aforo de alarma que si me seguís ya sabéis que está en doce personas.
   Farid es un «moro granaino» de buena planta aunque parece que le corta el pelo el barbero de Auswitch, un tipo con encefalograma plano, que sin duda tiene más sabiduría en su nariz y su hígado que en la mente.
   Cuenta Toni -que todo lo sabe- que su abuelo perteneció a la Guardia Mora de Franco y en una de sus visitas a Granada, estando alojado en el Hotel Alhambra Palace que se ponía en su totalidad a disposición del Caudillo, se dejó caer al Realejo donde conoció a Fernanda -su abuela- y se casó con ella, Fernanda decía que era moro pero que tenía la polla y follaba como cinco cristianos, que cuando descapullaba se acababa el mundo, el único defecto que le veía es que tenía un poco de rejumbre pero que sin que lo notase le echaba una taza de vinagre al agua de la safa donde se aseaba y el hedor se le perdía tres días.
   Como pago a sus servicios Franco le otorgó tierras y dinero con lo que el abuelo montó un negocio de alfombras que fue derivando hasta convertirse en una cadena de tiendas de souvenir granadinos y por fin en unos grandes almacenes, su hijo continuó el engrandecimiento del imperio y ahora su nieto, se encarga de traficar y esnifar la fortuna paseando en su lujoso deportivo las mejores furcias de las madrugadas.
   Diana vio a Alá entrar por el ajedrez del Jaque y no se lo pensó dos veces, ya se conocían de atrás y por supuesto de delante, sacó sus armas, el pintalabios y el rimel, y se retocó todo lo retocable, se mesó el cabello y el pelo de astracán y me dijo:
   -Solo...
   -Para que tirar del carro de la compra pudiendo tirar del de los palos de golf...
   -Aquella madrugada hasta el alma de alcohol y cocaína se saltaron un control de la benemérita por el confinamiento, durante la persecución puso su deportivo a prueba y en el túnel del Serrallo derrapó estrellándose contra una de las salidas de emergencia quedando cada uno aparcado con su trozo de coche a cada lado de la calzada. Diana llevaba tantas pieles encima que para hacerle la autopsia hubo que llamar a «Paco Huete peleteros» el de la calle Salamanca.
   Aún no teníamos noticias del fatal accidente aquella madrugada al cierre del Jaque, Toni escogió la última canción con la que apurar la penúltima copa, entre los restos de hilos de humo de un cigarrillo mal apagado en uno de aquellos ceniceros de Cinzano flotaban las notas de «Candle in the wind» «Tu vela se apagó mucho antes de que lo hiciera tu leyenda» cantaba Elton John a Diana Frances Espencer Lady Di.



martes, 21 de abril de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...FRANCO Y LA PASIONARIA



   La semana viene de nalgas, ayer Verónica Porqué y hoy Francisco Franco y veremos, porque la noche acaba de empezar y el Jaque estira lo que no hay en los escritos...
   Francisco Caballeiro Fariñas era un gallego nieto de un miembro fundador de la Delegación Nacional de Excombatientes en El Ferrol del Caudillo -donde por cierto tuve el dudoso honor de servir a la Patria- hijo a su vez de un conocido falangista de la Plaza de los Campos que no menciono por decoro pero que tiene un negocio de fotografía, ahí lo dejo, un eterno pasante de notaría, un tipo agrio, ridículo, bajito medio calvo, con voz de pito y algo amanerado que lucía un bigotillo estrecho y recto como una ceja desplumada entre la nariz y la boca, Carmela su mujer, era conocida en el barrio como «Carmen la malfollá» por la cara de asco que siempre lucía y porque parece ser que a Paco los asuntos de alcoba le daban repelús, se comentaba en los mentideros que cuando Carmen le decía a su marido:
   -Paco, vamos a joder...
   Él se levantaba y escribía varios decretos en los que repartía «café» a sus enemigos del barrio -que no eran pocos- y después los firmaba convencido de que sus sentencias se llevarían a cabo, un trastornado para el que Birkenau, Dachau, Mathaussen, Auschwitz o Trblinka formaban parte de una red de Paradores Nacionales.
   Francisco, como gran temeroso de Dios, era de comunión diaria, cada vez que entraba por las puertas de Santo Domingo echaba un vistazo y tiraba del pañuelo del bolsillo de la americana, se tapaba la nariz y la boca, se metía en la sacristía y le decía al Padre Carmona que andaba liao con los hábitos:
   -Padre, para serle franco, aquí huele a rojo que apesta.
  -Si quiere que le sea franco -continuaba diciendo- debería usted de seleccionar a sus feligreses y señalar un día de oficio exclusivo para la morralla comunista.
  -Hermano Francisco, la iglesia es asilo de profanos y descarriados- decía el Padre Carmona al tiempo que se colocaba la estola y se recolocaba el paquete pensando... No tuvimos bastante con un Francisco Franco...
  Toni conociéndolo como lo conocía, podría servirle su bebida habitual sin preguntar, un «Esencia» una mezcla de orujos Picudo y Verdejo con Triple Seco y tónica, al que Francisco gustaba llamar «Pazo de Meirás», pero Toni seguía el protocolo con sorna y le preguntaba:
  Que va a ser D. Francisco? -A lo que él siempre contestaba con una de estas tres frases:
  -Pues para serte franco Toni, hoy me apetece un Pazo de Meirás
  O decía...
  -Si quieres que te sea franco Toni, hoy se me antoja un Pazo de Meirás.
  O bien …
  -Te seré franco Toni hoy me pide el cuerpo un Pazo de Meirás
  Al tercer o cuarto «Pazo» Toni lo complacía y pinchaba en el Picú a Marujita Díaz con la copla «Soldadito español» Marujita era una folclórica habitual en la «Playlist» del caudillo, un paradigma de la canción patriótica, Francisco al oírla, jubiloso levantaba la palma de la mano derecha al artesonado y reía -como Franco- que parecía que le habían pinchao un huevo con un compás.
  El Pub de los sueños está en servicios mínimos, el severo control policial con la chequera en mano y el mal tiempo reinante, hacen que Toni y un servidor tengamos que tirar de esta penitencia, que Dios nos impone, solos como la yunta de bueyes del Simpecado y encima, cuando ya tenemos un par de chispazos puestos, nos tenemos que abrazar con las mascarillas y las manos en los bolsillos, en fin, el año que nos sacó de la peste nos sacará de este.
  Ya os decía que la cosa era susceptible de empeorar, aparecía por el zaguán trasero después de cruzar el portón del Jaque, la gran Dolores...
  Dolores es una puta, ya se que suena muy brusco, lo podría decir de una manera más suave, pero entonces no estaríamos hablando de esta Dolores.
    Ella está orgullosa de su profesión, aquella madrugada fumando un pitillo «Lola» y tomando un «Black russian» un cóctel de vodka negro con café y no se que más, sus dos vicios confesables decía, charlando distendidamente, me dijo:
  -Solo...
  -No se debe considerar a una puta una víctima, eso nos deja sin voz, la prostitución es como cualquier otro trabajo solo que tiene algunas connotaciones y unas características especiales -decía, a lo que yo le contesté:
  -Para ti Dolores cual es el secreto para ser una buena puta.
  -El mismo que para todas las profesiones Solo, hacer las cosas con PASIÓN con mayúsculas, yo Solo, cuando follo soy la puta que más pasión pone, mucha más que mis clientes, ya sabes porqué me llaman Dolores «la Pasionaria» estos cabrones.
  Francisco visiblemente afectado tras tanto Pazo de Meirás, destilaba mala hostia, odio y rencor a borbotones y entre dientes dijo:
  -Malas putas, milicianas republicanas ninfómanas, con vuestras enfermedades venéreas infectáis el país, la ley no puede reglamentar un vicio.
  -¿Sabes una cosa Solo? -dijo Dolores manteniéndose de espaldas a Francisco.
  -En este oficio se sabe todo, en casa de Madame Anastassia, al otro lado de la ciudad, sus chicas me cuentan que va un tipejo vestido de militar condecorado y con un fajín de la talla de Marifé de Triana, un tipo agrio, ridículo, bajito medio calvo, con voz de pito y algo amanerado que luce un bigotillo estrecho y recto como una ceja desplumada entre la nariz y la boca.
  -Cuando entra al reservado -siguió contando con voz metálica- sólo exige que lo aten con cinchos de cuero -como un relleno de carne- y lo paseen tirando de un collar con bozal y la gorra de plato de General de los Ejércitos como única vestimenta, mientras él le cuenta los traumas de su infancia, le fustigan con un látigo de siete colas las posaderas y los huevos hasta que lo ponen como el niño que come moras y entonces se mea de placer...
  El picú del Jaque hacía varios minutos que giraba ya acabado en un surco sin fin con el «disco redondo sorpresa de Fundador» de Marujita Díaz, entre el silencio sepulcral se podía cortar ambiente.
  Toni, en un alarde sin precedentes en la historia del Jaque, puso la rebotica patas arriba en 15 segundos hasta encontrar el mayor canto revolucionario que jamás se ha conocido; Sonaban los acordes de «La Internacional Socialista» el himno principal del comunismo, letra de Eugéne Pottier musicalizada por Pierre Degeyter allá por 1871, anteayer vamos...
  Francisco dio un salto doble mortal del taburete del que le colgaban los pies, que ni la canaria Pinito del Oro en sus mejores tiempos, de su boca, solo salio una voz de pito de carnaval para decir:
  -¿Que te debo?
  Sin recoger la vuelta se puso la gabardina se subió los cuellos hasta las orejas rojas por la ira y se marchó mascullando entre dientes; malditos rojos arderéis en los infiernos.
   Siempre me quedará la duda de si asesinando a este personaje hubiese cambiado los últimos 50 años de la historia de España...

















domingo, 19 de abril de 2020

MADRUGADAS DEL JAQUE...VERÓNICA PORQUÉ



   Estos últimos años he llevado una vida bastante agitada y disipada aunque me tengo por un hombre tranquilo que planto la meta en el primer sitio que me canso sin otra mira que a mi fracaso constante -de vez en cuando-, le salpique algún éxito pasajero producido por algún descuido de la mano de Dios.
  Las cosas de las que me siento y confieso culpable, me han dado más satisfacciones que aquellas de las que me siento orgulloso, mi ilusión desde adolescente -eso lo sabe mi familia directa- fue vivir a deshoras y en esa franja horaria es cuando más y mejor he vivido, tirando el tiempo, el poco dinero que manejaba y combatiendo el sueño de esa madrugada con el de la siguiente.
   Estoy seguro que si no muero en el Jaque, moriré en el camino de subida o en el de bajada, no soy un tipo con mucha suerte, para mi el hecho de cambiar una derrota por otra, no supone más allá de quitarme mi viejo pantalón de «tiro bajo» de Massimo Dutti -que a uno ya no le gusta ir marcando paquete-, para ponerme el otro que me queda, un «Athleisure» sin forros en los bolsillos, nunca me ha tocado nada en un sorteo, cuando compro lotería en Navidad, me pago el lujo de tener un rato de esperanza, como cuando me siento largas horas mirando el teléfono con la ilusión de que que algún día me llame Sharon Stone y me invite a un pase de cruce de piernas.
   La pasión y la intriga de «Basic Instinct soundtrack» se abre paso entre la cortina de humo de la sala del Jaque, Jerry Goldsmith, un judío haciendo las delicias del barrio judío de Granada, ahí es ná.
   Aquella madrugada la capacidad de asombro de Toni quedó hecha trizas cuando al sonar los toques en morse de la aldaba del portón trasero, abrió la portezuela y atónito comprobó, que al otro lado de la madera estaba Verónica, no os explico como quedé yo al verla, porque es indescriptible.
   Conocí a Verónica un día hace lustros en casa de mi buen amigo Ernest, que se empeña año tras año en mantener aquellos guateques de los 70 con la eterna ilusión de volver a restregar la cebolleta, era una chica extrovertida, de una hermosura discreta, tenía el rostro plano como un periódico sin noticias ni dobleces, entablamos relación cuando ella me dijo ser actriz de teatro y Ernest me presentó como escritor.
   -Porqué no me escribes el guión para una gran obra-me dijo
   Le prometí intentarlo pero al final el único guión que llegué a escribirle, fue sobre las hojas de su tersa piel una noche en la 108 del Hotel Albero la víspera de su boda, cuando hacíamos el amor, gemía a la par que se arrepentía, aquel polvo, me dio el mismo placer que pasar la lengua por un sello de correos, fue como tener un orgasmo y llorar al mismo tiempo.
   -Porqué te vas tan pronto Solo? -me preguntó desconcertada
   -Porqué me dejas así? -insistía
   Al año de casada, le dijo a su marido que lo sentía pero que habían cambiado sus planes, el guión de su vida ya estaba escrito, ella se acostaba con muchos por dinero y con todos por placer y no estaba dispuesta a cambiar de vida.
   Ya cuando nació, la matrona salió del paritorio y le dijo a su padre:
   -Vamos a tener que practicarle la cesárea a su mujer.
   -¿Viene de nalgas?-preguntó angustiado el padre.
   -No -contestó la matrona- su hija viene de piernas abiertas.
   Al reconocerme, sus ojos marrones brillaron como dos caramelos de cristal de Murano, tenía la piel ceñida al hueso parecía enferma, se acercó a mi rincón pidió un whisky muy frío, le daba igual la marca pero muy frío, decía que así enfriaba el infierno que la consumía, me pidió un pitillo y me dijo:
   -¿Porqué Solo?...
   -¿Porqué nunca me escribiste un guión?
   -¿Porqué no me has llamado desde aquella noche en el Hotel Albero?
   Porqué, porqué, porqué, Verónica no había perdido con los años la maldita costumbre de la muletilla de empezar cada frase con un porqué, algo que me sacaba de mis casillas, el padre Carmona le daba la absolución sin oír el «porqué» de cada pecado, cuando la veía entrar por la capilla le temblaba el roquete de puntillas -vaya por Dios ya está aquí Verónica Porqué- haciendo referencia con su humor ácido habitual a la Forqué, la reina de los Goya, así fue como la malograda actriz Verónica Esteban pasó a llamarse Verónica Porqué «In saecula saeculorum»
   Toni no perdona la oportunidad que se le presenta , tiró de repertorio y pinchó el tema de Chayanne «No se porqué» Porqué se me ocurrió quererte, porqué tuve que conocerte, porqué el amor es incurable, porqué el dolor es indomable, es imposible olvidarte, no se porqué, porqué, porqué
   A Cornelio le había saltado un diente de un piñón de la distribución y el motor no le iba redondo -osea para el que no entienda de mecánica, que se le fue la pinza-, de su pasado solo recordaba vagamente su profesión, fue acomodador durante toda la vida del Cine Aliatar y su única obsesión y razón de vivir era acompañar a todo el que entraba donde él estuviese hasta el lugar que quisieran ocupar.
   Cada vez que Toni le abría el portón, él servicial, le acompañaba con su linterna encendida hasta la entrada a la rebotica del Jaque y ya se dirigía a la barra donde pedía una palomita de Anís del Mono y dejaba que se le perdiese la mirada entre los hilos de humo de su Penisular, no molestaba a nadie, solo se movía si alguna dama iba al lavabo en la planta baja, a la que naturalmente acompañaba linterna en ristre y hasta que no salía no se movía de la puerta del retrete. A cuentas de su fervor por el Anís del Mono a Cornelio afortunadamente le pusieron de mote Anisetto cosa que agradeció de por vida.                  
   D.Severo Tino, fue profesor en el colegio de la División Azul en la calle Molinos, en realidad se llamaba Anselmo Cifuentes pero era tal la malauva que gastaba y el atino que tenía con el borrador de la pizarra, que le pusieron ese apodo, tenía malafollá del año que le pidieran, la mujer descansó de él el día que un fallo multiorgánico acabo con su vida, era muy creyente y se pirraba por la ginebra, cuando el Dr. Cipote (ver Rita y el Galeno) le dijo que el alcohol era su gran enemigo ella le contestó que la Biblia decía: «Ama a tu enemigo»
   Cuando D.Severo Tino le preguntó al galeno en que consistía aquello del fallo multiorgánico, éste le dijo:
   -El corazón de su mujer no se entendía bien con el hígado y el páncreas, un fallo de comunicación entre órganos que resultó letal.
   Anisetto y D.Severo eran los únicos personajes que adornaban la barra del Jaque, con este panorama desolador, Verónica apenas sacaba la nariz de su whisky para respirar, cuando se despidió me pidió un pitillo para el camino y me dijo:
   -¿Porque no te vienes conmigo?
   -Sería como querer apagar la tos del primer cigarrillo del día encendiendo el segundo, dejalo estar- le dije
   -Porqué me temía yo esta mañana cuando me levanté y me escupió a la cara el espejo, que este no iba a ser un buen día, porqué...
   Estuve a punto de contestarle como el Rey emérito al orangután de Chaves:
   -Verónica Porqué no te callas.